Cada vez que queremos darnos una ducha, dejamos correr el agua unos segundos hasta que alcanza una temperatura agradable. Dependiendo de la presión con la que salga se producirá un gasto mayor o menor, pero en todo caso superfluo. Para que esto no ocurra os ofrecemos la solución: los grifos termostáticos.
Estos grifos disponen de dos mandos que regulan tanto la temperatura como el caudal de agua. Ambos parámetros se ajustan en cuestión de segundos por lo que no malgastaremos agua para conseguir la temperatura deseada. Además, otra de las ventajas de este tipo de grifos consiste en memoriza la temperatura de la última vez que se ha utilizado.
Por otra parte, estudios demuestran que si comparamos este sistema con los grifos monomando, el ahorro en el consumo de agua es de un 16%. También se consigue reducir el gasto eléctrico entre un 7 y un 17% debido a que, los grifos termostáticos, incluyen un sistema de bloqueo que evita que el agua salga a una temperatura superior a los 38º C (aproximadamente).
Y un último apunte. La principal novedad de este sistema es que no hace falta cambiar los grifos antiguos: basta con sustituir el cartucho cerámico por un kit termostático y ganaremos tiempo, comodidad y nuestro bolsillo lo agradecerá.